martes, 23 de diciembre de 2008

TELEFONÍA MÓVIL: MÁS PELIGROSA DE LO QUE SE DICE

El peligro de la telefonía móvil no está únicamente -como algunos se empeñan en hacernos creer- en el sobrecalentamiento que puede provocar en las células del cerebro la utilización de esos teléfonos.



Porque de ser el sobrecalentamiento celular el único efecto biológico adverso de la radiación electromagnética procedente -entre otras cosas- de las antenas y aparatos de telefonía móvil no se aclararían por completo las causas de los problemas de salud -desde el insomnio al cáncer pasando por ataques epilépticos y fatiga crónica- que presentan centenares de personas expuestas a dicha radiación.



Y es que se está ocultando -así lo denuncian al menos los expertos con los que hemos hablado- que, a largo plazo, las dolencias cuyas causas se achacan a la exposición a las ondas electromagnéticas se deben en buena parte a que las ondas que emite el teléfono móvil, en concreto las de muy baja frecuencia, están en el mismo rango de frecuencias en el que funciona nuestro cerebro, nuestro corazón y, en general, las células de nuestro cuerpo; y que, por tanto, por efecto de biorresonancia, pueden provocar graves problemas de salud a medio y largo plazo.






Esto es lo que no se dice. Esto es lo que muchos niegan aunque tal afirmación se base en evidencias científicas presentadas desde hace años por diferentes investigadores. De hecho, nos consta que la Dirección General de Investigación del Parlamento Europeo dispone desde marzo de 2001 de un informe -elaborado conjuntamente por el Instituto Internacional de Biofísica de Neuss-Holzheim (Alemania) y el Departamento de Física de la Universidad británica de Warwick y dirigido por el prestigioso doctor en Física Gerard Hyland- en el que, entre otras cosas, se puede leer:



"Lo que distingue a los campos electromagnéticos producidos tecnológicamente de la mayoría de los naturales es su mayor grado de coherencia. Eso significa que sus frecuencias están especialmente bien definidas y, por tanto, son más fácilmente perceptibles por los organismos vivos, entre ellos, los humanos. Lo cual incrementa su potencial biológico y "abre la puerta" a la posibilidad de distintos tipos de influencias no térmicas de frecuencia específica contra las cuales las directrices de seguridad -como las emitidas por la Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante- no garantizan protección". Más claro...









EL SER VIVO ELECTROMAGNÉTICO






Hay que empezar diciendo que -como bien explica Viçenc Bagué, graduado en Medicina Tradicional China y profesor del Instituto Superior de Medicinas Tradicionales en Barcelona- cada una de las células de un ser vivo constituye un campo electromagnético perfectamente definido en el que -valga el símil- la membrana actúa como condensador, las mitocondrias como fuentes de alimentación y donde además existen sistemas que desempeñan una labor de conmutación y transmisión, como el citoesqueleto. Eso es lo que ocurre a nivel celular. Y lo mismo sucede en cada uno de los tejidos, órganos y sistemas del cuerpo donde existen proteínas que transportan la información a la velocidad de la luz. Es más, el propio ser humano en su conjunto es un campo electromagnético, el más poderoso instrumento de organización y comunicación biológica que existe en la naturaleza.



Bueno, pues cada uno de esos niveles posee su propio espectro característico de ondas electromagnéticas por lo que es necesaria la existencia de interacciones de resonancia entre ellos a fin de mantener un equilibrio dinámico. Un acoplamiento que, si se rompe y no es reequilibrado por el propio organismo, hace sobrevenir la enfermedad.



Por eso el ser humano es tan sensible a cualquier campo electromagnético externo. Hasta el punto de que un simple cambio de parámetros meteorológicos (temperatura, humedad, presión, etc.) es suficiente para poder desajustarle y poner a prueba sus mecanismos de regulación, defensa y adaptación.






ANTENAS HUMANAS






En suma, sabiendo que los seres vivos son sensibles a los estímulos externos es evidente que la cada vez más intensa polución electromagnética -además de otros efectos patológicos valorados y descritos por numerosos investigadores- puede trastornar su medio interno electromagnético natural. Y hoy día de forma excesivamente rápida, tanta como para no permitir que el ser humano pueda adaptarse. Algo que puede inducir en el organismo humano cambios y patogénesis más allá de los efectos negativos que se han podido valorar hasta el momento.






Obviamente, los posibles efectos en el organismo de las ondas artificiales -como la radiación de microondas y las frecuencias extremadamente bajas de la telefonía móvil- dependerán de la coherencia, potencia, modulaciones, cercanía a la fuente de emisión, duración de la exposición, tipos de ondas y posibles resonancias así como de las interferencias que se puedan establecer entre esas señales y los procesos y estructuras fisiológicas del organismo.



Aunque el principal peligro de esta invisible -pero real- amenaza es que las distintas frecuencias del espectro electromagnético de los dispositivos que emiten radiación (teléfonos móviles, pantallas de ordenador, líneas de alta tensión, electrodomésticos, etc.) pueden interferir en las frecuencias del organismo de la persona -y de todo ser vivo- tanto a nivel orgánico como celular.






Y eso es así porque esos aparatos -entre ellos, los teléfonos móviles- emiten en la misma o muy parecida frecuencia que, por ejemplo, un cerebro o un corazón humanos. Con la diferencia de que lo hacen en frecuencias armónicas, lo que las lleva a interferir las frecuencias naturales.






¿CÓMO FUNCIONA UN TELÉFONO MÓVIL?






Lo primero que hay que tener en cuenta es que el teléfono, si está encendido, emite radiación de manera permanente, estemos utilizándolo o no. Eso sí, no emite la misma dosis cuando se halla en estado de espera sino que llega a sus máximos picos cuando uno recibe o efectúa una llamada. Se trata de un sistema bidireccional permanente ya que, al tiempo, el aparato es emisor y receptor-amplificador de señales. Lo que se debe tener en cuenta ya que si intentamos hacer uso del teléfono desde el interior de un coche, de un parking o de un edificio la radiación que recibiremos será mayor porque el teléfono necesitará emitir a más potencia para cumplir su función. El sistema de telefonía móvil más usado hoy en el mundo es el llamado GSM (siglas de Global System for Mobile Communication o Sistema Global para Comunicación Móvil) que trabaja a 900 y 1.800 MHz pero ya comienza a extenderse una nueva tecnología llamada UMTS (Universal Mobile Telecommunication System o Sistema Universal de Telecomunicación Móvil) que precisa frecuencias superiores -entre 1.885 y 2.200 MHz- a fin de poder incorporar mayor volumen de información (esta tecnología está pensada para transmitir imágenes y enriquecer las prestaciones del teléfono móvil con conexiones a Internet).



En suma, el espectro electromagnético de los teléfonos móviles está compuesto por dos tipos de ondas, algunas de las cuales están en el mismo rango de frecuencias que los sistemas vivos:



1) Las microondas, que son las que portan la señal (por eso son conocidas como "ondas portadoras"). La frecuencia portadora está en torno a los 900 MHz en el caso de la tecnología GSM (concretamente, entre 890 y 915 MHz en la banda de emisión y entre 935 y 960 en la recepción) y de hasta 1.800/1.900 MHz en el caso de aparatos digitales. Y,



2) Las ondas de muy baja o extremadamente baja frecuencia que son las que modulan la señal (por eso se las llama "ondas de modulación"). En cuanto a la frecuencia de estas ondas en los teléfonos móviles las encontramos de:



a) 2 hertzios. Se usan para evitar la modulación poco confortable para los oídos que provoca el ruido circundante.



b) 8,34 hertzios. Es la frecuencia de emisión de la señal asociada a las condiciones de recepción.



c) 30 a 40 hertzios. En ella emiten distintos elementos electrónicos internos del teléfono móvil.



d) 217 hertzios. Es la modulación de la frecuencia portadora de las microondas utilizadas por los sistemas GSM. Ahora bien, hay que decir que en caso de tráfico intenso la frecuencia de 217 Hz desaparece y sólo queda la de 8'34 Hz.



Todo esto es importante porque, como hemos explicado, los organismos vivos son sensibles a las intensidades ultra-bajas de los campos externos ya que sus células, tejidos y órganos se mueven en esa franja electromagnética. El corazón y el cerebro, por ejemplo, entran en resonancia con frecuencias externas similares: el corazón emite a una intensidad de 100.000 femtoTeslas para frecuencias eléctricas de 1 o 2 Hz mientras que la potencia de emisión magnética de un cerebro humano es de 150 femtoTeslas para las frecuencias eléctricas de 0 a 31'5 Hz (hay que recordar que el campo magnético de frecuencia extremadamente baja de una pantalla de televisión es de 250 nanoteslas, que es un millón de veces más grande que el desarrollado por cerebro y corazón).



Es decir, los dramáticos efectos de las radiaciones de frecuencias extremadamente bajas sobre procesos tan importantes como la división celular o la comunicación intercelular se debe a que las que emiten los teléfonos móviles (8'34 Hz y 2 Hz) coinciden en el mismo espectro. Así lo refleja cualquier electroencefalograma ya que las ondas cerebrales theta, delta y alfa están entre los 0 y 12 Hz. Y esa es la razón de que esta clase de radiación afecte a la actividad eléctrica y electroquímica del cerebro así como a la permeabilidad de la barrera hemática del mismo a la par que degrada el sistema inmunitario.






HECHOS INEXPLICABLES






Todos conocemos -o deberíamos conocer- la prohibición de utilizar teléfonos móviles en gasolineras, aeropuertos y hospitales, entre otros lugares. Esta prohibición se basa en que "se sabe" (al parecer, en este caso sí) que sus emisiones electromagnéticas podrían interferir adversamente -y de forma no térmica- en los equipos electromagnéticos de que están dotadas las citadas instalaciones. Es más, desde hace años se sabe que estas radiaciones provocan interferencias en marcapasos y audífonos, alteraciones que no tienen nada que ver con el efecto térmico de la radiación por campos electromagnéticos.Pues bien, por increíble que parezca, la actual legislación europea sobre "compatibilidad electromagnética" no extiende ese mimo y consideración a los seres humanos, a los que debe entender inmunes a los efectos atérmicos de la radiación electromagnética de un teléfono móvil.



Y ¡más increíble aún!: actualmente algunas pautas de seguridad basadas en los efectos térmicos permiten que los usuarios sean expuestos a campos eléctricos hasta 10 veces más potentes que el valor estándar de compatibilidad electromagnética definida para algunos aparatos (3 V/m). Las autoridades sanitarias obvian de nuevo que los organismos vivos son campos electromagnéticos muy sensibles.



Otro hecho inexplicable es que tampoco se tiene en cuenta que las ondas de frecuencia extremadamente bajas emitidas desde un teléfono móvil (sujeto contra la oreja) pueden alcanzar una potencia entre 10 y 25 veces más elevada que los estándares de energía permitidos para los campos de ondas de frecuencia extremadamente baja emitidos por las pantallas de televisión y de ordenador. Y es que, incluso a medio metro de distancia, un móvil emite un campo magnético de entre 1,8 nanoteslas y 5,2 nanoteslas, cifras escalofriantes si se tiene en cuenta que las pantallas mencionadas emiten 0,2 nanoteslas (la tesla es la unidad de inducción magnética en el sistema internacional)






UN EXPERIMENTO CLARIFICADOR






En suma, la mayoría de los estudios que se han venido efectuando hasta la fecha se basaban en analizar los efectos biológicos de las microondas. Estudios que no tenían en cuenta -o no diferenciaban- los efectos de las frecuencias muy bajas o extremadamente bajas, precisamente las que corresponden a frecuencias de funcionamiento del organismo humano. Además, la mayoría no se han basado en la utilización de un teléfono real sino de un generador que sólo emite la frecuencia portadora y no la de modulación. Y ni siquiera se observaban los resultados sobre un ser vivo sino sobre una cabeza artificial rellena con una solución salina a la que se añadían unos sensores para medir la energía transmitida. Y en esa "cabeza", como es evidente, no se da la realidad eléctrica y bioquímica del cerebro humano. Pues bien, existe un experimento que queremos mencionar y que sí ha tenido en cuenta todo eso: un estudio realizado con huevos de gallina (es decir, embriones de un ser vivo) a los que ¡por primera vez!


-y esa es la diferencia fundamental con respecto a otros estudios llevados a cabo en laboratorio- se expuso a la radiación electromagnética de un teléfono GSM real. Y ya adelantamos que los resultados de este trabajo -llevado a cabo por el neuroendocrinólogo Youbicier- Simo y Bastide en el laboratorio de Inmunología de la Universidad de Montpellier y confirmados en el laboratorio del profesor Grigoriev, del Instituto de Biofísica de Moscú- son alarmantes.


Por supuesto, el teléfono móvil utilizado -que se colocó a tan sólo 10 centímetros de los huevos- tenía las mismas características técnicas que los más extendidos en el mercado: tecnología GSM, emisión de microondas a 0,9 GHz, 2 W de potencia y 1.714 GHz de frecuencia. Bueno, pues el experimento demostró que cuando se exponían los huevos a la radiación electromagnética de un simple teléfono móvil la mortandad de los embriones pasó del 16% considerado normal


-porcentaje sin exposición- al 59%. Un porcentaje de mortandad que se elevaba hasta el 77% cuando entre el teléfono y los huevos se colocaban además presuntos dispositivos de "protección" (en concreto, una rejilla de cobre o una funda protectora del aparato).


Resumiendo, lo observado en el laboratorio por Youbicier-Simo y Bastide puso en evidencia tres cosas:


1) Que cuando se expone un grupo de embriones -seres vivos- a la radiación emitida por un teléfono móvil se produce un notable aumento de mortalidad.


2) Que esa mortalidad aumenta aunque se proteja a los huevos de las microondas emitidas por el aparato con los dispositivos mencionados; y,


3) Que eliminada -o, al menos, reducida- la radiación por microondas lo que queda de la radiación del móvil (es decir, las ondas de frecuencias extremadamente bajas) son más peligrosas aún que la totalidad de la emisión.


Hay que añadir que este experimento se efectuó -entre otros varios- para comprobar la efectividad de un nuevo aparato creado por la empresa Tecnolab para proteger a los seres vivos, el Tecno AO, un oscilador de compensación magnética. Pequeño aparato que se presenta en tres modelos diferentes según se use para la protección de las radiaciones emitidas por ordenadores, pantallas de televisión o teléfonos móviles. Un sistema que permite la biocompatibilidad electromagnética entre el móvil y el ser humano sin interferir en las emisiones del móvil o del ordenador. Asimismo, existen en el mercado otros aparatos que -según sus fabricantes- atenúan el aumento de la temperatura corporal que genera la radiación de microondas de los teléfonos móviles así como los campos electromagnéticos y radiaciones emitidas por los monitores de pantallas de tubo de rayos catódicos utilizados en los ordenadores personales y pantallas de televisión. En definitiva, los datos aportados podrían ampliarse notablemente pero son suficientes para dejar claro al lector -ya que quien debe no lo hace- que tanto el teléfono móvil como las antenas de telefonía móvil -entre otros aparatos que emiten radiaciones- pueden perjudicar seriamente su salud.


El resto depende de usted. Pero no diga que nadie le había advertido.




Laura Jimeno Muñoz




Nota: damos las gracias por su inestimable colaboración en la realización de este reportaje al doctor Marco Francisco Payá -ex director de docencia en la Facultad de Medicina de París Norte y miembro del International Center for Electromagnetic Biocompatibility-, a Nikolai Klykov -investigador de la Universidad Estatal de Moscú y de la Academia de Ciencias Médicas de Rusia-, a Vicenç Bagué i Borroy -experto en Biocibernética y Medicina Tradicional China-, a la "Asociación de Estudios Geobiológicos" (GEA) y a "TECNOLAB (International Centre of Research in Electromagnetisc BioPhysics)".



ONDAS ELECTROMAGNÉTICAS Y TEJIDOS BIOLÓGICOS


Puesto que las ondas electromagnéticas penetran en el cuerpo por medios que poseen distintas propiedades físicas (sangre, tejido intersticial, huesos, etc.) la interacción de los mismos también es distinta en cada caso. Lo que sí se sabe es que, a altas frecuencias, la mayor parte de la energía es absorbida por una zona superficial del cuerpo localizada cerca del origen de la radiación. En cuanto a las frecuencias extremadamente bajas, atraviesan tanto materias muertas (madera, la mayoría de los metales, cristal, plástico,...) como tejidos biológicos (compuestos en parte por moléculas electrosensitivas y con actividad electromagnética) sin ser alteradas, reflejadas, bloqueadas o eliminadas. Las alteraciones que provoquen estas radiaciones dependerán de que los sistemas de adaptación, regulación y defensa del organismo sean capaces de corregirlas o no. También se sabe que el campo eléctrico y el campo magnético tienen efectos diferentes sobre el organismo humano. Así, el eléctrico actúa disminuyendo la energía interna de los tejidos y bajando el nivel de conductividad de, por ejemplo, el sistema nervioso central. El campo magnético actúa justamente al revés. Además, ambos contribuyen a generar turbulencias en los líquidos conductores como la sangre. Pero el peligro de la radiación radica también en el hecho de que sus efectos biológicos son acumulativos. Los efectos se notan sobre todo a medio o largo plazo aunque hay personas especialmente sensibles que pueden notar efectos importantes a corto plazo (especialmente, niños y personas que padezcan alguna dolencia física). Por otro lado, no son extrapolables los efectos de la radiación sobre personas en estado de vigilia y movimiento -es decir, con metabolismo activo- al de personas con metabolismo basal por encontrarse durmiendo o en reposo. Los efectos de las radiaciones electromagnéticas son más acusados durante el sueño por encontrarse el cuerpo en el estado basal. Así es que, antes de disponerse a dormir, la prudencia manda alejar de sí cualquier aparato -incluido el teléfono móvil- que emita este tipo de radiaciones.
Efectos térmicos/efectos no térmicos A pesar de que son muchos los estudios que demuestran que los efectos de las emisiones electromagnéticas pueden ser simultáneamente térmicos y atérmicos, los estándares de seguridad internacionales no contemplan la intensidad de las frecuencias extremadamente bajas de los teléfonos móviles y aparatos radiantes. Simplemente, se consideran inocuas. Aún así, y teniendo únicamente en cuenta los efectos térmicos, hay varios hechos... extraños. Por ejemplo, los hornos microondas (llamados así por el tipo de onda que generan para producir calor) están equipados con una puerta metálica blindada diseñada para impedir que las radiaciones nocivas se escapen al exterior mientras que los móviles emiten al aire libre, en contacto directo con la cabeza, donde se encuentran los centros nerviosos de la vida y de la inteligencia. Además, cuando se sabe que sólo son necesarios 10 minutos para asar un pollo en el microondas parece lógico que los investigadores se pregunten si el hecho de hacer o recibir llamadas repetidamente no podría, a la larga, dañar las células y los tejidos del cerebro, incluso teniendo únicamente en cuenta el efecto térmico y aunque éste sea débil. Lo que parece quedar claro tras la publicación de numerosos estudios es que los efectos térmicos son específicos de las microondas (frecuencias portadoras de la señal) generadas por los teléfonos móviles. En contraste, los efectos no térmicos están vinculados a todo el espectro, desde las frecuencias extremadamente bajas a las más altas frecuencias emitidas o recibidas. Estos efectos biológicos atérmicos provocan disfunciones celulares, disfunciones orgánicas y disfunciones en los sistemas hormonal e inmune. Por tanto, y en resumen, la creencia de que los efectos adversos para la salud son provocados sólo por el efecto de calentamiento de la radiación GSM es, simplemente, una falacia.


1º) Los problemas de salud que presentan las personas cuando se exponen a este tipo de radiación son evidentes.

2º) Existe numerosa literatura científica que demuestra que tal radiación puede afectar a un organismo vivo en varias formas no térmicas: dolor de cabeza, interrupción del sueño, problemas de concentración y memoria y, en el caso de niños epilépticos, un significativo incremento en la frecuencia de episodios.

3º) La radiación utilizada actualmente en la telefonía móvil puede provocar diferentes reacciones en el organismo humano porque, después de todo, las microondas son ondas y, como tales, tienen más propiedades que la mera intensidad.

4º) El organismo humano, por sí mismo, soporta gran variedad de actividades electrobiológicas, cada una caracterizada por una frecuencia particular, alguna de las cuales están muy próximas a las empleadas por la telefonía móvil.
Radiaciones ionizantes y no ionizantes Se llama radiación a toda energía que se propaga en forma de onda a través del espacio. Radiación que puede ser ionizante o no ionizante.-Las ionizantes son los rayos gamma, los rayos X, los rayos ultravioleta y la energía fotónica. -Las no ionizantes son las ondas de radio, televisión, telefonía móvil, luz visible, etc. Establecida esta clasificación hay que aclarar lo siguiente: cada elemento atómico se caracteriza por un número de protones que es constante pero puede presentar distinto número de neutrones. Y es el número de éstos lo que define a los diferentes isótopos de cada elemento químico. Muchos isótopos son inestables y pueden cambiar su número de masa (suma de neutrones y protones) por emisión de partículas. Y dependiendo de qué tipo de partículas se emitan hablamos de radiación alfa, beta o gamma. Que tienen distinta interacción sobre la materia. Así,-La radiación alfa queda frenada en las capas exteriores de la piel y no es peligrosa a menos que se introduzca directamente a través de heridas, alimentos, etc.-La radiación beta es más penetrante ya que se introduce uno o dos centímetros en los tejidos vivos. Y,-La radiación gamma -o radiación electromagnética de alta energía- es capaz de penetrar profundamente en los tejidos; sin embargo, libera menos energía en el tejido que las alfa o beta. Éstas interaccionan con los átomos y moléculas que se van encontrando a su paso, lo que es mucho más nocivo.

LAS RADIACIONES IONIZANTES
Las radiaciones ionizantes proceden casi todas de fuentes naturales y se trata de radiaciones de muy alta frecuencia estando demostrado que son potencialmente cancerígenas; incluso en pequeñas dosis pueden desencadenar un cáncer al acumularse. Las fuentes de las radiaciones ionizantes pueden ser:
-La radiactividad natural. Resultado de la inestabilidad intrínseca de una serie de átomos presentes en la naturaleza (uranio, torio, etc) así como la procedente de los rayos cósmicos.
-La radiactividad incorporada (se usan a veces en alimentos y bebidas para esterilizar).
-La generada por aparatos médicos (como las radiografías).
-La "basura nuclear". Es decir, los materiales de desecho radiactivos de la industria nuclear, hospitales y centros de investigación.
-El gas radón. Gas procedente del uranio que se encuentra de forma natural en la tierra. Se encuentra también en materiales de construcción, abonos fosfatados, componentes de radioemisores, detectores de humos, gas natural en los hogares, etc..
-Las explosiones nucleares.
LAS RADIACIONES IONIZANTES
A las radiaciones naturales se ha unido en el último siglo un amplio número de aparatos que generan radiaciones artificiales: maquinaria industrial, líneas eléctricas, electrodomésticos, telefonía móvil, aparatos de telefonía, antenas, ordenadores, electrodomésticos, etc., que nos exponen a diario a una radiación adicional. La mayor parte de las cuales son no ionizantes. Y, con alguna excepción, su radiación es más débil que la generada por los campos electromagnéticos naturales. El problema es que la exposición a ella suele ser más continuada y directa. Y además, son más armónicas. Algo importante porque, debido al efecto de biorresonancia, las de muy baja frecuencia pueden interferir en la comunicación celular y orgánica del organismo y alterar los flujos celulares de algunos iones, sobre todo el calcio, lo que puede tener efectos biológicos importantes. Por otra parte, los campos electromagnéticos artificiales emiten microondas que provocan vibraciones moleculares que producen calor -de ahí su empleo doméstico e industrial- y pueden provocar quemaduras a partir de una determinada cantidad de radiación absorbida. En cuanto a la posibilidad de que las radiaciones no ionizantes provoquen cáncer hasta ahora se mantenía que, en todo caso, podrían actuar como promotores tumorales con escaso o nulo poder inicial para convertir genes normales en oncogenes pero la reciente asociación con leucemias infantiles y la existencia de estudios recientes apunta que es más que posible.

3 MHz a 300 MHz

-Radioteléfonos-juguetes-teledirigidos-emisoras-radio-televisión
-La resistencia de las membranas celulares disminuye un 20%.-Se polarizan los tejidos.-Activación de la oxidación celular.-Desplazamiento de las moléculas de gran amplitud.-Aumento de la concentración de iones de calcio Ca2+.-Máximo de calor en las células óseas, en los intersticios y en el tejido nervioso.

De 300 MHz a 3 GHz (3.000 MHz)

-Telefonía móvil, -TV-Informática
-Alteración del citoesqueleto y de las membranas (de las neuronas y de las células sanguíneas)-Cambios de la permeabilidad y de las propiedades funcionales de las membranas celulares).-Activación de la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas en las células-Dilatación de los capilares.-Activación del sistema endocrino.-Estimulación de los procesos tiroideos.-Disminución de la presión arterial.-Máxima cantidad de calor en la sangre, la linfa y los tejidos musculares.-Recalentamiento de la piel (por ejemplo, "efecto oreja caliente").
Tejidos con poco contenido en agua (nervioso, óseo, intersticial, tendinoso)

De 3 a 30 GHZ
-Hornos microondas-comunicaciones espaciales-industria
-Influencia en el sistema endocrino.-Aumento de la tiroxina, la insulina y la cortisona en el plasma sanguíneo.-Aumenta la temperatura de la piel entre 3 y 5 ºC mientras que en las capas profundas aumenta hasta 5 ºC.-Cambios en el sistema adreno-simpático.
Tejidos con alto contenido en agua (sangre, linfa, tejido muscular)

EL AMOR A LA VIDA Y LA GRATITUD LLEVAN A LA SALUD. Entrevista a John F. Demartini

El doctor John F. Demartini -autor del conocido libro "Dar gracias a la vida" y fundador de la Escuela para la Confluencia de la Sabiduría en Filosofía y Curación- estuvo en España para enseñar la manera de convertir cualquier situación angustiosa o estresante en una experiencia de aprendizaje capaz de proporcionarnos equilibrio y plenitud. Su trabajo va más allá de las técnicas de pensamiento positivo siendo sus herramientas fundamentales la gratitud a la vida y el amor incondicional.
Hemos hablado con él. Experto en curación, filosofía y motivación -además de quiropráctico, investigador y escritor-John F. Demartini -nacido en Houston (Texas) hace 47 años- es creador del llamado "Proceso de colapso cuántico", un interesante instrumento para la transformación personal que acaba de dar a conocer en España y que se basa en dos pilares fundamentales: la gratitud y el amor. Esta es la charla que mantuvimos con él.
-¿En qué consiste el "Proceso de colapso cuántico"? ¿Cómo nació?
-Se trata de una metodología que he desarrollado a lo largo de más de veinte años de trabajo y que intenta que la persona sea consciente de aquellas percepciones desequilibradas que tiene sobre la realidad para que pueda así restablecer el equilibrio en su vida. La técnica, aparentemente sencilla aunque en realidad compleja y profunda, consiste en responder a una serie de preguntas personales que se entregan al participante en un extenso cuestionario en el que éste debe ir anotando las respuestas. Simple cuestión -en apariencia- que, sin embargo, lleva a la persona, cuando termina, a ver las dos caras de una situación, no sólo una, lo que generalmente despierta en él un sentimiento de gratitud por la vida. Y es que la mayoría de las veces, cuando sucede algo negativo, pensamos ¡Esto es terrible!... pero nos olvidamos de que siempre existe algo positivo en ese suceso.
Pues bien, el "Proceso de colapso cuántico" o "Experiencia de descubrimiento" ayuda a identificar las partes positivas de las situaciones aparentemente solo negativas con el fin de recuperar el equilibrio y reparar los daños que esa experiencia puede causar, ya sean físicos -enfermedades- o psíquicos -daños emocionales-.
Es una metodología aplicable a todo el mundo porque, independientemente de sus creencias, la persona encuentra la forma de resolver conflictos y abrir su corazón, de amarse a sí misma y a los que le rodean. Y eso proporciona salud física y mental.
-Parece, a priori, un proceso muy racional. ¿Cómo afecta a las emociones y al cuerpo físico?
-Al principio se empieza creando una lista de cosas -esto, efectivamente, es mental- pero a medida que se avanza en el proceso uno efectúa -sin apenas darse cuenta- un repaso de la propia biografía y de la escala de valores por la que nos regimos. Las emociones surgen entonces y, en la última fase, cuando se van equilibrando los aspectos contrapuestos, se accede a una auténtica experiencia espiritual. Podríamos decir que empieza con lo mental, sigue con lo emocional y pasa a lo físico y a lo espiritual, al corazón. De hecho, al terminar, brotan espontáneamente lágrimas de gratitud. Y no importa si se partía de un sentimiento de enfado, de resentimiento, de rabia, de no aceptación de una enfermedad o de haber sufrido una pérdida: al equilibrar la mente se puede observar el orden en las cosas que nos suceden y, cuando eso ocurre, brotan el amor y la gratitud de forma natural.-Usted es quiropráctico.
¿Ha podido constatar si, como se afirma, a cada problema emocional negativo le corresponde una enfermedad o un daño físico determinado? Es decir, ¿sería posible la creación de una especie de mapa donde se vinculase la emoción con la disfunción física?
-Efectivamente, la relación mente-cuerpo está suficientemente demostrada. Estoy trabajando precisamente en un nuevo libro que resume mi experiencia en este tema tan fascinante. En él intento descodificar los mensajes del cuerpo para averiguar el significado de cada síntoma. Es decir, para saber si uno tiene dolor en las articulaciones, o tensiones, o contracturas, o determinadas enfermedades... qué significa eso en el ámbito psicológico y cuál es la solución. Creo que en el futuro los procesos de sanación implicarán más a la mente porque seremos conscientes de que el ser humano tiene dentro de sí la capacidad de transformar su cuerpo.
Con el "Proceso de colapso" yo ayudo al cuerpo a equilibrarse y a sentir amor porque estoy convencido de que es el amor el que cura. Si tenemos el poder de generar enfermedades también tenemos el poder de curarlas. Y con el amor y la gratitud el sistema inmunológico mejora y el cuerpo se recupera. Es posible que "incurable" signifique, simplemente, "curable desde dentro".
-Entonces, ¿qué peso da usted a la influencia de las tendencias genéticas en la aparición de una enfermedad? Porque alguien puede verse aquejado por una dolencia heredada genéticamente a pesar de su buena disposición mental...
-No cabe duda de que hay alteraciones genéticas que afectan a las proteínas y a otras estructuras de nuestro cuerpo en su funcionamiento pero hoy sabemos que existen enzimas que son reparadoras y están controladas por hormonas que están alteradas por emociones y éstas, a su vez, por las percepciones que tenemos. Por tanto, las percepciones afectan al sistema nervioso, éste a las hormonas y entonces tenemos sensaciones y emociones que afectan a las células y a los genes, y los reparan y cambian. Sabemos que hay genes dominantes y otros recesivos. También en Psicología se aplican los mismos términos para definir a ciertas personas. Incluso Jung hablaba de una parte de la personalidad que conocemos y aceptamos -dominante- y otra que rechazamos -recesiva-. Estos dos aspectos afectan a los genes y, por tanto, si integramos ambos los genes cambiarán sus expresiones a través de las hormonas. No cabe duda de que la genética tiene un gran potencial pero nuestra mente, nuestras percepciones y emociones influyen en este caudal genético. Es posible que en el futuro trabajemos con rayos láser para alterar los genes pero también aprenderemos a utilizar nuestra mente concentrando su energía como si fuera un láser y modificar así la disposición genética. -Jung identificó esa parte negativa de nuestra personalidad y la llamó "la sombra".
¿Se trataría pues de reconciliarnos con ese aspecto de nosotros mismos, de amarlo?
-Tenemos dos aspectos, luz y sombra, que están perfectamente representados en la persona que se justifica y en la que se castiga. Hay una parte que nos gusta y otra que no nos gusta, la que admiramos y la que rechazamos. Pero si miramos con cuidado el lado que no nos gusta veremos que también nos sirve; es más, lo necesitamos. Y, por otra parte, el aspecto positivo nos puede inducir a engaños, a pensar que somos geniales, perfectos y que ya hemos llegado al fin, con lo que nuestro ego va creciendo y alejándose de la realidad. Necesitamos la parte negativa para recuperar el equilibrio porque los dos aspectos se nutren mutuamente. La luz y la oscuridad son necesarias y el amor es una combinación de ambas cosas. Cuando uno ama a otra persona hay momentos en que uno quiere que esté cerca y otros en los que desea que esté lejos. Yo me dedico más a la integración. En el proceso de colapso yo enseño a las personas a encontrar la belleza y la enseñanza que le proporcionan los aspectos que consideraba negativos. Cuando uno empieza a aceptarse y amarse brotan lágrimas de comprensión y gratitud.
-Una buena parte de su trabajo se basa en técnicas de pensamiento positivo y afirmaciones. Hay escuelas que llevan funcionando con ello más de quince años como las de Louise Hay, Tony Robbins, Deepak Chopra... ¿Qué aporta usted de nuevo en este campo?
-Conozco a esas personas, he trabajado con ellas. Mire, lo que le decimos al mundo y a nosotros mismos tiene un impacto sobre nuestro cuerpo. Sería tonto no admitirlo. Cuando pensamos, decimos o vemos algo nuestras células vibran y la fisonomía cambia porque nos afectan las emociones y las hormonas. Estoy de acuerdo pues con esos terapeutas pero yo no me dedico sólo al pensamiento positivo. Uno puede estar deprimido y necesitar refuerzo positivo pero también si otro vive en permanente euforia necesita pensamientos realistas. Por tanto, yo me oriento más al pensamiento equilibrado porque si una persona que vive en negativo remonta su situación creándose fantasías o mitos tiene que equilibrar sus expectativas para hacerlas realizables porque si no, cuando no las alcance, volverá a deprimirse. No olvidemos que siempre hay dos aspectos que deben ser asumidos y aceptados. Buscar sólo lo positivo es un mito. Hay aspectos tanto positivos como negativos en nosotros y debemos aceptarlos como dispositivos que nos llevan al equilibrio. El magnetismo y el poder de atracción que tenemos aumenta cuando estamos en equilibrio. Y nuestra fisiología responde mejor a ese estado que cuando estamos eufóricos o deprimidos porque eso nos impide vivir el momento presente.
-¿Cuáles son, según su experiencia, las emociones que más daño hacen físicamente?
-Hay dos emociones primarias: el miedo y la culpa. El miedo es una emoción imaginaria que nos vincula con el futuro. Nos hace ver que en el futuro vamos a tener más cosas malas que buenas, más pérdidas que beneficios, más dolor que placer. La culpa es la suposición de que nos hemos causado a nosotros o a otros más pérdidas que ganancias, más dolor que placer. Estas suposiciones, imaginarias, tienden a exacerbar o disminuir la actividad de nuestro cuerpo, hiperactividad o hipoactividad, euforia o depresión, en definitiva. Por ejemplo, todos sentimos temor ante una pérdida pero si nos diéramos cuenta de que no es tal sino una transformación -tal como sucede con la energía y la materia que se conservan en el tiempo y el espacio- tendríamos una nueva perspectiva. Un maestro, una persona sabia, busca la nueva forma en que aparecen las cosas y no siente miedo porque sabe que es fruto de un proceso de transformación y aprecia los beneficios de lo que aparenta ser un dolor, acepta el cambio como parte de la vida. Lo mismo pasa con la culpa. Muchas veces pensamos que hemos hecho daño a alguien y en realidad le hemos hecho un servicio. A veces creemos que hemos sido duros o crueles con una persona pero vemos que eso le ha servido para hacerse más independiente, que se ha fortalecido. Mientras estamos aprisionados por esas emociones -miedo y culpa- nuestro cuerpo pierde salud porque no estamos en orden. Y la pérdida de salud conlleva en sí misma una circunstancia de humildad. En todas mis investigaciones sobre cuerpo y mente veo que la enfermedad es un mecanismo que intenta enseñar a la persona a buscar el amor y, cuando lo encuentra, el cuerpo se cura.
-¿Piensa usted que es necesario primero sanar las emociones para centrarnos después en el cuerpo físico?
-Depende de la agudeza y la urgencia de la enfermedad. Si alguien ha tenido un accidente y necesita puntos de sutura no se me ocurriría llevarle al psicólogo pero, una vez que los puntos y la gravedad están controlados, yo empezaría a trabajar en las razones que llevaron a esa persona a tener un accidente, en buscar los "por qué". Mi experiencia me ha hecho darme cuenta de que detrás de cualquier percance siempre hay una lección que necesitamos aprender. Tenemos que darnos cuenta de que hay unas causas y esas producen unos efectos. Esto es muy importante porque sólo así dejaremos de sentirnos víctimas de las circunstancias. A veces es difícil encontrar la relación entre nuestros pensamientos y los resultados que cosechamos, pero ¡créame!: siempre la hay. Aprender eso nos lleva a curarnos más rápidamente. A veces uno se provoca accidentes para obtener atención o para sondear cosas ocultas en su vida. Yo estoy convencido de que la enfermedad siempre nos presta un servicio, que es una forma de despertar nuestro corazón, de activar nuestro amor. Los juicios internos crean heridas por fuera, no lo olvidemos.
-Usted habla de lo importante que es para la persona descubrir el propósito de su vida, saber para qué está aquí. ¿Cómo puede hacerse eso?
-En mi programa de descubrimiento dedicamos buena parte del tiempo a ello. Hay varias cosas que ayudan a una persona a descubrir su propósito, su misión en la vida. Un primer paso es anotar las cosas que le gustaría hacer, ser y tener en los ámbitos espiritual, mental, profesional, financiero, social, familiar y físico. Una vez confeccionada esa larga lista hay que resumirla y sintetizarla en dos o tres párrafos. Hay que leerlos cada día y después hacer una nueva síntesis hasta que queda una sola frase. A lo largo del tiempo uno obtiene la claridad sobre lo que es realmente importante para él. El segundo paso es observar y analizar un día de su vida: ¿cómo transcurre?, ¿cuáles son los valores que imperan? En esa escala el valor colocado en el lugar más alto será el objetivo principal de la vida. El paso tres es mirar hacia atrás retrospectivamente -como si viera una película- y recordar las ocasiones en que asomaron lágrimas a sus ojos, lágrimas de inspiración, de amor o gratitud. Tomar nota de esos momentos y ver qué pasaba, en qué pensaba, cómo se sentía. Bucear en los recuerdos para anotar la letra de la música que le emociona, las palabras de un libro que han resonado en su interior, etc. Hacer una compilación de todo eso para darse cuenta de que la vida está marcada por esos instantes significativos que son los momentos de inspiración, de conexión con la parte más profunda del ser. Por último, también puede imaginar que tiene una varita mágica con el poder de cambiar cualquier cosa que ud. desee y preguntarse: ¿a qué dedicaría mi vida? Analizar todo eso y concluir que el propósito es ilimitado es la directriz, la columna vertebral que va a sostener nuestra vida; es un servicio que nos satisface realizar, que nos sentimos bien haciéndolo. Un objetivo, en cambio, es algo limitado en el tiempo y el espacio, es aquello que nos ayuda a ir cumpliendo el propósito. La misión es algo que surge del interior, del alma, y que resuena en el corazón.
-¿Tenemos límites?
-Claro que tenemos límites. Por ejemplo, estamos regidos por la ley de la gravedad y de la Física. Si saltamos desde lo alto de un edificio de veinte plantas nuestro cuerpo quedará destrozado. Tenemos indudables limitaciones físicas. Sin embargo, los límites de la mente -siempre que sean realizables por medio del cuerpo- son muy pocos. Si alguien muy bajito dice que quiere ser jugador de baloncesto tiene un hándicap: su escasa estatura. Y tendrá que enfrentarse a esa limitación para realizar su objetivo.Pero cuando hablamos de mente e imaginación no hay límites. La mente está en un estado inmortal e ilimitado y, si está inspirada, puede ver e imaginar los rincones más lejanos del cielo y del mundo subatómico, puede llegar a la infinidad en ambas direcciones, el microuniverso y el macrouniverso. No obstante, cuando actúa a través del cuerpo tiene los límites del cuerpo y hay que ser realista con ellos. Ahora bien, los avances tecnológicos nos permiten hoy cosas que hace unos años eran impensables: cambiar la genética, insertar nuevos órganos... y conforme evolucione la tecnología veremos que los límites se irán difuminando cada vez más. Quizás dentro de 10.000 años cosas que hoy pensamos que son imposibles sean normales. Hace 100 años no podíamos volar, hoy hemos llegado a la luna, y algún día llegaremos más allá del Sistema Solar y viajaremos por la galaxia a la velocidad de la luz, quizás en una onda de luz en forma de conciencia. Cada generación tiene que darse cuenta de sus límites y trabajar sobre ellos. Por ejemplo, la prosa y la poesía necesitan puntuaciones, puntos, comas... es decir, límites; de lo contrario son letras, palabras sueltas sin sentido. Asimismo, nuestra vida tiene sentido si le fijamos límites realistas.
-Se habla mucho del perdón como herramienta de curación. ¿Lo utiliza en sus terapias y seminarios?
-En mi libro tengo un capítulo que dice que el perdón es una ilusión porque las cosas por las que pedimos perdón tendemos a repetirlas una y otra vez; las cosas por las que perdonamos a los demás tendemos a atraerlas una y otra vez. Hay un paso más allá del perdón, de decir que me has hecho daño, que has cometido un error... Creo que la verdad de la vida trasciende al perdón. En el "Proceso de colapso cuántico" encuentro personas que sienten rabia contra su padre, su cónyuge, alguien del trabajo o, incluso, contra sí mismos o contra la enfermedad que padecen. Y siempre piensan que alguien les hizo daño o les trató mal. Cuando concluyen el proceso de colapso les pregunto: ¿Hay algo que perdonar? Se les escapa una lágrima y me dicen: No. Y continúo: Era una ilusión, ¿verdad? ¿Había un orden y una magnificencia en todo lo que ocurrió, después de todo...?, ¿Lo entiendes ahora? Pues ahora puedes amarlo, sentirte presente y seguro respecto a eso. Cuando se llega a ese punto de comprensión el perdón no tiene sentido, es un paso más hacia el amor; luego, cuando llegamos al amor incondicional y verdadero, uno se da cuenta de que no hubo nada reprochable. Tengo experiencias de estas cada semana. La gente empieza con juicios, realizan una acción de perdón, llegan al amor y todo se disuelve. Escribí en mi libro un capítulo que se llama "Más allá de la culpa" y otro que se llama "Más allá del perdón" porque sé que hay una enseñanza más elevada que viene después y es la que yo quiero comunicar. La gente merece saber que no importa lo que haya o no haya hecho: siempre es digna de amor.
-¿En qué consiste la felicidad?
-En vez de usar el término felicidad, que viene contrapesado por la tristeza, yo utilizo la palabra realización, plenitud. La semi-plenitud está tanto en la tristeza como en la felicidad y la plenitud total está en el centro. En la vida hay momentos de felicidad y de tristeza, nadie puede negar eso. Yo no ayudo a buscar la felicidad. No es ese mi objetivo sino la plenitud, la realización en el amor. Si uno se fija objetivos no realistas se sentirá triste por no alcanzarlos. Pero esa tristeza le permite también modificar sus objetivos para sentirse realizado. Por tanto, la plenitud es abarcar, abrazar tanto la tristeza como la felicidad, los dos polos del imán. En una relación de amor hay momentos en que uno está feliz y otros en los que está triste y hay que aceptar ambos; de lo contrario, pensaremos que esa relación no sirve porque estaremos comparándola con los mitos que nos creamos sobre cómo debería ser el ideal. Sin embargo, esa relación sirve; aun cuando uno esté triste, sirve, sigue habiendo amor. He hablado con cientos de personas divorciadas y, aunque por fuera tenían rabia dentro de su corazón, seguían amando a la otra persona porque el amor es eterno. Tenemos que aprender que la felicidad y la tristeza son emociones transitorias, momentáneas, pero el amor y la realización son permanentes. La plenitud es la aceptación de las dos polaridades. Hablar de felicidad se presta a confusión. Por eso hablo de la realización de la plenitud, de la vida actualizada.-Hábleme del amor incondicional. -Cuando nació mi hijo yo le cogí en mis brazos y me brotaron lágrimas al ver aquel hermoso bebé recién nacido. Le amé sin temor, desde el corazón, en una expresión espiritual de amor. Eso es para mí el amor incondicional. Todos los padres, durante toda su vida, sentirán ese amor incondicional por sus hijos. Pero el padre asume "máscaras" de estar contento, triste, me gusta, no me gusta mi hijo, ha hecho esto bien, ha hecho esto mal. Esas "máscaras" cubren, tapan el amor incondicional de su corazón, pero a lo largo de toda su vida el padre sigue amando incondicionalmente a su hijo. El hijo también ama al padre profundamente, de la misma forma, aunque le rechace, le critique o se pelee con él. El amor incondicional seguirá estando ahí. Todos los padres esperan a que llegue el día en que su hijo le mire a los ojos y le diga: "Mamá (o papá) te quiero, te amo: eres mi madre (o mi padre). Gracias por todo lo que me diste." Y cada día un hijo espera que su padre o madre le diga: "Hijo/a, te amo y estoy orgulloso/a de ti." Cuando yo tenía 17 años mi madre me dijo: "Tanto si te conviertes en un maestro espiritual, como pretendes, como si vuelves a la playa a hacer surf te vamos a querer de todas formas." Eso es amor incondicional y es la esencia mágica y curativa que todos merecemos recibir. Esa es la gran curación, el gran descubrimiento. Y lo tenemos en nuestros corazones esperando que lo dejemos salir. El Proceso de colapso cuántico quita las máscaras y permite descubrir el amor incondicional. Por eso brotan lágrimas de emoción. Ese es nuestro estado natural, lejos de los juicios: dejar que aflore el amor incondicional que late en nuestro interior.
María Pinar Merino

ATP: LA MOLÉCULA DE LA VIDA. El Tratamiento Metabólico de Demetrio Sodi Pallarés

Cardiólogo de 87 años y prestigio mundial, el Dr. Demetrio Sodi Pallarés es el creador de una terapia orientada a la producción de la molécula ATP -única en el organismo que produce energía al desdoblarse- logrando excelentes resultados en enfermedades graves. Desde problemas de corazón a enfermedades autoinmunes como la artritis reumática o la esclerosis múltiple pasando por enfermedades reumáticas degenerativas e, incluso, algunos cánceres.
El Dr. Javier Rodiño lo ha entrevistado para nuestros lectores. Pocas cuestiones en el ámbito de la biología, la bioquímica y la Medicina han suscitado en los últimos tiempos tanto interés por parte de diferentes investigadores como todo lo relacionado con la molécula ATP (Adenosina Trifosfato) y su síntesis. Y la razón es obvia: esa molécula -que el organismo produce en las mitocondrias durante la respiración celular- es el "transportador" universal de energía de nuestro cuerpo, necesaria para la gran mayoría de las funciones de los seres vivos y sin la cual la vida no sería concebible, al menos tal y como la conocemos. Pues bien, cuando la molécula de ATP se subdivide la alta carga energética acumulada en ella se libera -como si de una bomba atómica se tratara-, energía que utiliza luego el organismo para todo lo que precisa.No es de extrañar pues el interés que siempre ha suscitado. De hecho, la han estudiado en profundidad desde Severo Ochoa -en el laboratorio berlinés de Meyerhof- hasta el estadounidense Paul Boyer, el británico John Walker y el danés Jens Skou, premios Nobel de Química 1997 (compartido). Aunque sería el prestigioso investigador Fritz Lipmann quien se daría cuenta de la cantidad de aplicaciones fisiológicas que tenía el ATP como donador universal de energía y hasta qué punto es indispensable en el proceso vital y curativo del ser humano.Sin embargo, sería el eminente cardiólogo mexicano Demetrio Sodi Pallarés quien, dada su condición de médico, tendría la oportunidad de llevar por primera vez los conocimientos científicos a la práctica clínica dando lugar con el tiempo a una metodología -el tratamiento metabólico- que supuso un hecho histórico que ni siquiera la mayor parte de sus compañeros han sabido valorar hoy en su justa dimensión.
Claro que ello puede deberse a que Sodi Pallarés no duda en afirmar que su tratamiento, orientado a la producción de ATP por las células del organismo, consigue resultados muy superiores a los obtenidos con los tratamientos habituales de la cardiología moderna. Y más de uno se siente muy molesto por ello. Cuando supimos que en Mayo venía a España, nos faltó tiempo para buscarle. Y tras conversar brevemente con él, accedió amablemente a atendernos en el hall del hotel en el que se hospedaba, a donde acudió acompañado del también cardiólogo español José de la Hoz y Fabra -hoy ya retirado-, amigo y defensor de su tratamiento.
Una vez con él, entramos directamente en materia.
-Doctor, ¿en qué consiste, de forma resumida, el tratamiento metabólico?
-El tratamiento metabólico se desarrolla en tres grandes capítulos.
El primero consiste en seguir una dieta baja en sodio y rica en potasio.
El segundo, proporcionar por vía intravenosa al enfermo soluciones polarizantes de insulina, glucosa y potasio.
Y, en tercer lugar, someter su organismo a la acción de Campos Magnéticos Pulsantes (no a campos magnéticos constantes como el de los imanes).Las tres acciones tienen como finalidad favorecer la producción por las células del organismo de la molécula ATP. Esta molécula, a la que me gusta llamar "la molécula de la vida", es -como sabe- la encargada de aportar la energía para todas las funciones del cuerpo humano y, por tanto, imprescindible también para todo proceso curativo.El mismo ADN, para sintetizarse, necesita 72.000 moléculas de ATP por segundo. Luego hasta los genes, en cierta medida, dependen del ATP.
-Pero usted ha centrado su trabajo en el ámbito de la Cardiología.
¿Podemos saber con qué resultados?
-Con resultados magníficos. Hablemos primero de la angina de pecho. Pues bien, he de decir que ésta desaparece rápidamente sólo con seguir una dieta baja en sodio y rica en potasio.
¿Y por qué ocurre así?, me preguntará. Verá, en el corazón se dan dos tipos de lesiones (necrosis). En primer lugar, cuando se obstruye un vaso coronario, al no llegar riego sanguíneo al corazón se produce una lesión que produce una dilatación del mismo en forma de saco, un abombamiento. Es lo que se conoce como una "necrosis blanda".Pero hay otro tipo de lesión que ha sido ignorada por los cardiólogos. Me refiero a la necrosis dura, tipo de lesión descubierta por Hans Selye al estudiar el estrés. Porque resulta que el estrés produce, sobre todo, un aumento de catecolaminas, hormonas que introducen el sodio dentro de las células provocando su muerte. Y es así como se produce la necrosis dura. Bien, pues, como digo, ésta desaparece simplemente siguiendo una dieta baja en sodio. Es decir, la angina de pecho desaparece aunque persista la oclusión.
-Cuando habla de eliminar el sodio de la dieta no se refiere sólo a la sal común de mesa...
-Me refiero a que hay que eliminar el ión sodio del interior de las células. Para ello es necesario, efectivamente, suprimir la sal de mesa de la alimentación porque contiene mucho sodio pero también todos los alimentos que lo contengan en abundancia. Sólo así podrá eliminarse el sodio intracelular y aumentar el potasio imprescindible para que la célula pueda sintetizar el ATP preciso para todo proceso curativo.
-Usted asegura que con el tratamiento metabólico es posible incluso tratar enfermedades graves del corazón...
-El tratamiento metabólico es eficaz incluso en enfermos en los que la única solución, según la cardiología convencional, sería el trasplante cardiaco. El primer caso de estos que traté, hace ya muchos años, era una monja a la que se la iba a realizar un trasplante cardiaco en Transilvania. Acudió a mí porque había leído el daño que hacían los diuréticos que ella tomaba. La tratamos y, aunque su corazón mejoró, no lo hizo en gran medida ya que su cardiopatía era de tipo hipertrófico. A pesar de ello, la mujer vivió 9 años más hasta morir de edad avanzada. El corazón mejora mucho en las miocardiopatías dilatadas; en esos casos los resultados son extraordinarios. Hemos tratado ya con éxito a siete personas que, gracias al tratamiento, no han precisado someterse a un trasplante de corazón. Hace poco lo logramos con una enferma que iba a ser trasplantada en el mejor centro de México, el Siglo XXI, donde ya han realizado varios trasplantes cardiacos aunque ninguno de los trasplantados sobrevive a día de hoy.
La paciente tenía una cardiopatía dilatada y la respuesta al tratamiento metabólico fue espectacular. Cuando volvió a ver al médico que la trataba y le presentó nuestras radiografías, éste se limitó a decirla que yo la había engañado, que esa mejoría no era posible. Luego, cuando hicieron sus propias comprobaciones, se quedaron impresionados.
El doctor José de la Hoz y Fabra, presente en la conversación -como ya comenté-, consciente de la importancia del asunto, interviene para confirmar la veracidad de tan espectaculares resultados. Y nos muestra entonces las radiografías de un paciente al que iban a efectuar un trasplante cardiaco en la Universidad de Navarra. El corazón del paciente estaba totalmente dilatado pero tras el tratamiento empezó a mejorar de manera progresiva hasta llegar a una normalización completa tanto de su tamaño como de su función (ver las fotografías que acompañan este reportaje).
-Tengo entendido que ustedes denuncian también que los tratamientos más habituales utilizados por los cardiólogos son altamente tóxicos. Toxicidad que va dirigida hacia el corazón que, paradójicamente, se pretende sanar. Y afirman incluso que en ocasiones tales tratamientos pueden colaborar de manera importante en el agravamiento del enfermo y de que luego precise el trasplante. Si eso es cierto estaríamos ante una praxis médica tremendamente errónea de enormes repercusiones sanitarias.
-Ciertamente, pero es así. En primer lugar, hablemos del uso de diuréticos. Estos debilitan el propio músculo cardiaco, ya de por sí enfermo. Tenemos los informes de todos los congresos realizados en Estados Unidos en los que se desaconseja su uso. Sin embargo, se siguen utilizando. Y no podemos estar de acuerdo con esa práctica. El uso prologado de diuréticos durante años produce una alteración en la estructura de la actina, una de las miofibrillas que forman la musculatura del corazón. Esta alteración provoca el debilitamiento progresivo de la musculatura colaborando de esa manera al agravamiento del enfermo hasta el punto de tener que necesitarse en ocasiones el trasplante cardiaco.
Pero también está la famosa digoxina. Ésta produce una lesión subendocárdica. Nosotros no planteamos que no se use pero debería hacerse con una dieta baja en sodio y rica en potasio y no, como actualmente se hace, con una dieta baja en colesterol. Cuando se reduce el colesterol de la dieta el organismo se defiende produciendo más. Y los médicos, para evitar eso, dan entonces un fármaco a fin de inhibir una de las enzimas del hígado: la reductasa. Y así se forma menos colesterol, ciertamente, pero aparecen entonces miopatías, insuficiencia hepática e, incluso, cáncer. De hecho, porque se demostró que producía cáncer eliminaron ya antes el clofibrato.Mire, no podemos estar en contra de las leyes naturales: el colesterol de baja densidad o "colesterol malo", el LDL, el más temido por los cardiólogos, cuando hay ATP es utilizado por las membranas celulares y deja de ser peligroso. Eso puede leerse ya hasta en los últimos libros de biología molecular.
-Una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo publicó recientemente un interesante artículo en el que se hacía referencia a los daños de revascularización. Es decir, comentaba el hecho de que un tejido que había sido lesionado por falta de riego sanguíneo a causa de una obstrucción vascular, volvía a lesionarse cuando le llegaba de nuevo flujo sanguíneo. La explicación ofrecida es que se debía a un aumento brutal en la zona de radicales libres.
-Sí, eso es así. Y es muy importante evitar ese fenómeno. Desgraciadamente, no se hace y eso ensombrece el pronóstico, por ejemplo, de los enfermos a los que se realiza cirugía de revascularización. Por eso nosotros aconsejamos el uso de sueros polarizantes durante el acto quirúrgico ya que tienen una fuerte acción captadora de los radicales libres, sobre todo del más peligroso de ellos, el temido grupo hidróxilo OH, ante el que el organismo se encuentra bastante indefenso.
-¿Hay algún centro de prestigio que siga actualmente el tratamiento metabólico con los enfermos de corazón?
-Mucho menos de lo que me gustaría. Pero en Estados Unidos, por ejemplo, lo está aplicando actualmente el Departamento de Cardiología de la Universidad de Houston, en Texas. Y han publicado ya numerosos trabajos en los que se habla de una reducción de la mortalidad hasta del 75%.
-Usted afirma en su libro Magnetoterapia y tratamiento metabólico que su técnica es válida también en los casos de otras enfermedades graves para las que la medicina convencional apenas aporta soluciones mínimamente eficaces. A nivel particular, como médico, lo he probado con una paciente que quisiera presentarle y que me acompaña. Se trata de Mari Paz Gómez. Diagnosticada como enferma de sida, tenía 19 CD4 cuando empecé a tratarla. Tras un mes con su tratamiento metabólico no sólo ha recuperado 15 kilos de peso sino que su cifra de CD4 se ha elevado a 330. A mi me parece, sencillamente, algo excepcional.
¿Cómo explica la amplitud de acción terapéutica de su tratamiento?
-La verdad es que nosotros estudiamos cómo mejoraba, fundamentalmente, el tejido lesionado producido por la oclusión coronaria. Después, el doctor B. J. Trump estudió cinco tipos de lesiones: el infarto de corazón, la lesión de hígado producida por el tetlacloruro de carbono, la lesión renal producida por el bicloruro de mercurio y dos tipos de cáncer. Bien, este hombre se planteó que si las cinco lesiones eran similares, ¿por qué no iba a funcionar el mismo tratamiento en todas ellas? Y así sucedió. Mire, en toda lesión se introduce el sodio en las células, se pierde el potasio, aumenta el ácido láctico, disminuye el PH y, en consecuencia, disminuye la formación de ATP. Con el tratamiento metabólico se corrigen estos trastornos básicos. Y así -y lo ha comprobado usted mismo-, ayuda hasta en los casos de sida. De hecho, nosotros hemos tratado también a enfermos de sida que han mejorado notablemente. Y lo mismo ocurre con algunos tipos de tumores. No digo que los curemos pero sí hemos conseguido alargar a los pacientes la vida de manera indefinida, lo que puede considerarse, de alguna manera, otra forma de curación. Aunque estos pacientes, en concreto, deben realizar el tratamiento de manera ininterrumpida. En suma, el tratamiento metabólico está indicado en numerosas dolencias aunque no pueda ser considerado una especie de panacea terapéutica. Pero mejora la capacidad defensiva del organismo y por eso no es de extrañar que en ocasiones se obtengan resultados extraordinarios en enfermedades muy diferentes y de distintas especialidades médicas.
Por ejemplo -y por nombrar algunas que ya han respondido bien-, la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, las descalcificaciones severas... En general, no se debe desperdiciar esta opción terapéutica en cualquier paciente que presente enfermedades de difícil tratamiento. Recuerdo un caso singular, el de un paciente que tenía una vértebra aplastada tras un accidente. Le quisimos ayudar con el tratamiento pero no conseguimos nada. Entonces le operaron y le pusieron un "puente de sujeción" para evitar los dolores y otras complicaciones. Volvió entonces a vernos, le hicimos de nuevo el tratamiento y, ante nuestra perplejidad, empezaron a aparecer huesecillos -que podían verse nítidamente en las radiografías- hasta que se regeneró toda la vértebra. Es algo que nos dejó asombrados incluso a nosotros.
-Quisiéramos terminar diciéndole que nos ha sorprendido gratamente el hecho de que, siendo usted un especialista de renombre internacional, haya afirmado varias veces que ser especialista, en Medicina, no es una ventaja sino una limitación.
-Aunque el paradigma de que no hay enfermedades sino enfermos es aceptado por todos los médicos, la verdad es que la mayoría desconoce el sentido real de esa afirmación. Los cardiólogos, por ejemplo, sólo ven un corazón enfermo al que hay que tratar... y exclusivamente con los tratamientos que ellos conocen. Porque son incapaces de reconocer mejorías en enfermos que han sido tratados con técnicas para ellos desconocidas. A mis 87 años creo poder afirmar que la gran mayoría de los cardiólogos no quieren escuchar. Y eso, a pesar de que en muchas ocasiones los resultados con el tratamiento metabólico han sido realmente excepcionales. Ustedes, en España, tienen en estos momentos un problema de salud muy importante. Y me refiero a los enfermos que están esperando a que se les realice un trasplante de corazón. Bueno, pues me parece una ocasión inmejorable para demostrar que el tratamiento metabólico puede dar solución a muchos de estos pacientes. Nosotros, desde luego, estamos dispuestos a colaborar. Fueron sus últimas palabras.
Quienes conocen en profundidad el trabajo de Demetrio Sodi Pallarés afirman que un día recibirá el Premio Nobel. Nosotros también lo creemos pero eso no será pronto porque su trabajo ha sido insuficientemente analizado. Y dudamos que alguna multinacional farmacéutica vaya a costear los gastos millonarios que eso implica. ¿Y por qué?, se preguntará el lector. Pues, sencillamente, porque el tratamiento metabólico, debido a la sencillez de sus componentes, no ofrece la posibilidad de ser patentado. Y donde no hay negocio, no hay inversión. Salvo que las autoridades tomen la decisión de actuar por entender que el asunto es importante y de interés general. Claro que para eso sería necesario que tales autoridades estuvieran informadas, no estuvieran mediatizadas por los lobbys de poder y tuvieran de verdad interés en buscar soluciones a los problemas de salud de la población sin ir a remolque de lo que imponen las multinacionales. Y ese tipo de responsables políticos apenas existe.
Esa es la penosa verdad.
Dr. Javier Rodiño
Este artículo es de Septiembre del 2000

lunes, 22 de diciembre de 2008

OMEGAS

A nivel popular el consumo de grasas y aceites se relaciona de inmediato con problemas de colesterol, enfermedades coronarias y obesidad. Sin embargo, hoy existen pruebas que evidencian que determinados tipos de grasas no sólo no son negativas sino que son IMPRESCINDIBLES para una óptima conservación de la salud.Los aceites y las grasas -químicamente clasificadas como lípidos- son sustancias cuyo origen puede ser animal o vegetal y constituyen, junto a las proteínas y los hidratos de carbono, el grupo de los tres nutrientes más importantes de nuestro organismo. Básicamente tienen tres funciones:-Servir como almacén de energía y protegernos del frío y de otros agentes medioambientales. -Actuar como constituyentes estructurales de la membrana celular y son, por tanto, responsables de la elasticidad de la piel. Y,-Ser precursores de las prostaglandinas, sustancias implicadas en el desarrollo normal del sistema nervioso, la regulación de la presión sanguínea, las reacciones inflamatorias, los mecanismos de defensa del sistema inmune y la acción de determinadas hormonas.

Los ácidos grasos se clasifican atendiendo al número de dobles enlaces que se integran en sus moléculas; así nos encontramos con:
-Ácidos grasos saturados: no contienen ningún doble enlace.-Ácidos grasos monoinsaturados: poseen un solo enlace.-Ácidos grasos poliinsaturados: con dos o más dobles enlaces (a este tipo pertenecen, entre otros, los ácidos omega-3 y omega-6).
ÁCIDOS GRASOS ESENCIALES

Se llaman esenciales a aquellos ácidos grasos que no pueden ser sintetizados por nuestro organismo y que, al igual que sucede con las vitaminas, deben ser obtenidos a través de los alimentos o, en su defecto, de los suplementos nutricionales. Existen dos familias de ácidos grasos esenciales: los omega-3 y los omega-6. Su estructura es en cadena larga y la posición que ocupa en ella el doble enlace da lugar a sus nombres; así, la posición tercera se corresponde con los omega-3 mientras que la sexta lo hace con los omega-6.

PRINCIPALES PROPIEDADES DE LOS OMEGA-3
-Prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares.
-Reducción de los triglicéridos.
-Descenso de la presión sanguínea, sobre todo si se padece hipertensión.
-Contribución al perfecto desarrollo del bebé antes y después del parto.
-Alivio del dolor y la rigidez en casos de artritis reumatoide.
-Mejora de la dermatitis seborreica infantil y de la dermatitis pañal.
-Ayudan a combatir la depresión. Ya que es vital como alimento del cerebro y del sistema nervioso.
-ES ABSOLUTAMENTE IMPRESCINDIBLE PARA EL PERFECTO FUNIONAMIENTO DE LAS TIROIDES (es el combustible que las hace funcionar). Y de rebote para el funcionamiento de las gónadas (mamas, ovarios, testículos).
PRINCIPALES PROPIEDADES DE LOS OMEGA-6
-Mantenimiento de la piel tersa y flexible.-Regulación de la temperatura corporal.
-Protección de la piel frente a heridas e infecciones.
- Por otro lado, se cree que los ácidos poliinsaturados de cadena larga tienen también efectos beneficiosos sobre otros trastornos como el síndrome premenstrual, la diabetes, la esclerosis múltiple, la migraña, la depresión y el cáncer.
OJO CON LOS EXCESOS

Recuerde el lector, en todo caso, que si la carencia de estos ácidos es negativa no menos peligroso es el exceso. Puede aumentar el riesgo de formación de cálculos biliares y dificultar la absorción digestiva de la vitamina E. Por tanto, lo mejor es no pasarse con la dosis y, lo más importante, PROCURAR QUE PROCEDA DE LA ALIMENTACIÓN, NO DE PREPARADOS QUÍMICOS.

FUENTES NATURALES DE OMEGA-3
-Espinacas, repollo, lechuga y brécol.-Pescados grasos (arenque, caballa, sardina, boquerón, jurel, atún, salmón...).
-Aceite de pescado.
-Aceites de colza, de soja y de germen de trigo.
-Nueces, almendras, avellanas y pipas de calabaza.
-Soja, espinacas, col, coles de bruselas, pepino y piña.
FUENTES NATURALES DE OMEGA-6

-Aceites de soja, soja, coco, maíz, girasol, borraja y onagra.

LA IMPORTANCIA DE LOS OMEGA-3 DURANTE EL EMBARAZO
Los ácidos araquidónico (de la familia de los omega-6) y DHA (de los omega-3) son esenciales tanto para el desarrollo del feto como durante los primeros meses de vida del bebé. Los bebés son incapaces de producir ambos ácidos y por eso es preciso que reciban el aporte suficiente de esos nutrientes antes y después del parto. De hecho, la futura madre ha de tener una reserva adecuada de ácidos grasos poliinsaturados antes incluso de quedar embarazada. El embarazo y la lactancia también son momentos clave ya que la madre es la encargada de alimentar al niño y sólo a través de ella éste puede satisfacer sus necesidades nutricionales. Los niños prematuros están más afectados por esta deficiencia ya que su organismo no tiene la capacidad adecuada para sintetizar el DHA, pudiendo esto obstaculizar el correcto desarrollo del cerebro y la retina.
La leche materna suele ser una buena fuente de omega-3 aunque se ha demostrado que la cantidad de DHA que contiene decrece a partir del primer hijo. Y es importante porque diversos estudios han puesto de manifiesto que los niños alimentados con leches artificiales sin DHA presentaban un desarrollo más lento de la vista que los que eran amamantados o consumían leches infantiles enriquecidas con esta sustancia.